Deja de preocuparte del móvil y la conexión wifi por unos días y disfruta de uno de los países más originales y exóticos de Asia. Sus paisajes y sus gentes son su tesoro.
Retrocede en el tiempo y descubre su cultura en la mejor época. Las lluvias están terminando, los campos están verdes y el calor se suaviza.
¿Qué hacer?
Todos los viajes suelen comenzar por su ciudad más importante, Yangon. En Myanmar (antigua Birmania), más de un 85% de la población practica el budismo theravada. Aquí tendremos la oportunidad de conocer el centro espiritual del país, la Pagoda de Shewdagon. Recuerda descalzarte y evitar llevar pantalones cortos. Además, en la ciudad podremos visitar también el Buda reclinado que mide más de 70 metros de largo y está ubicado en la pagoda de Chauk Htat Gyi.
Muy cerca está Kinpun, desde donde subiremos hasta lo alto de la montaña Kyaiktiyo. Su roca dorada es una de las visitas más importantes de Myanmar.
El siguiente destino, Bagan. Sus impresionantes templos conforman una de esas imágenes que hace que ames viajar. Conocida como la ciudad de las mil pagodas, sus vistas a las 4000 stupas sagradas en las llanuras dejan sin aliento. Tras ver una panorámica de toda la zona arqueológica, es necesario escoger algunos de los templos y pagodas más importantes como Shwezigon, Anand, Thatbyuinnyu o Dhammayangyi. Termina con un paseo en un viejo barco de vapor dejándose arrastrar por la corriente del río Ayeyarwaddy.
De allí nos encaminamos a Mandalay, una ciudad mucho más calmada que la primera. Fue la última capital del Reino de Birmania y en Amarapura esconde el puente de teka de U-Bein, que con más de 200 años, se ha convertido en el punto ideal para ver un atardecer durante el viaje. Podemos destacar dos monasterios de la zona que sin duda merecen parada obligada: el impresionante monasterio de madera de Shwenandaw y el de Mahagandayon, donde tendremos la oportunidad de observar la vida miles de monjes budistas.
Desde Kalaw se puede iniciar el trekking hasta el Lago Inle. Merecerá la pena llegar a este idílico lugar, de aldeas con casas de madera flotantes. Podremos formar parte de escenas típicas de la vida cotidiana, visitar sus jardines y dar una vuelta en barca para ver uno de los mercados locales flotantes (van rotando todos los días de la semana).
En Monywa será un acierto acercarse a las Cuevas de Powintaung, antiguo lugar de culto que albergan más de 400.000 figuras de buda y bonitos murales.
Una experiencia que no puedes dejar de vivir en Myanmar es subirte a un coche de caballos para que te conduzca entre las ruinas de sus templos mientras los contemplas.
¿Qué comer?
Explora su cocina nacional, porque es muy variada. Si hay que decir un ingrediente estrella, como en gran parte de Asia sería el arroz. También debemos tener presente que uno de los oficios más comunes es el de los pescadores. Después de observar cómo trabajan, hay que probar el producto.
El desayuno birmano por excelencia es el “Mo Hin khar”, un suculento cuenco de fideos mohinga en caldo de pescado.
A la hora de comer y cenar apuesta por algún plato al estilo shan, uno de los principales grupos étnicos budistas del país, como es el nga htamin (pescado y arroz). De postre, nada demasiado dulce, lephet (hojas de té fermentadas).
Para merendar, un té con leche condensada en algún salón (tea house). Y aprovechando la tradición inglesa, puedes encontrar algún pudding para deleite de los más golosos.
¿Qué comprar?
No podrás dejar de comprar recuerdos de artesanía. Deja sitio en la maleta para todo lo que vas a querer llevarte de regalo. El regateo es algo imprescindible. Sé uno más y diviértete. |
